Esta muestra reúne una serie de objetos, fotos, audios y frases del poeta, guitarrista y cantante de folklore. Es una recopilación brindada por la fundación Atahualpa Yupanqui.
Con un tributo realizado por músicos locales abrió este miércoles la muestra “La Tierra que Anda” que exhibe la vida y obra de Atahualpa Yupanqui, talentoso y reconocido artista Argentino nacido en Pergamino, Provincia de Buenos Aires.
Los músicos locales Diego Merino, Damián Villegas y Silvio Paylalef fueron quienes dieron el inicio interpretando canciones de Don Atahualpa.
En las palabras de apertura, el Subsecretario de Cultura Jorge Arakelian, agradeció al Ministerio de las Culturas de Neuquén “por acercarnos este material tan importante de la cultura Argentina”.
La muestra permanecerá hasta el próximo lunes en el Centro de Convenciones Arrayanes exhibiendo la obra.
Acerca de Atahualpa Yupanqui
Héctor Roberto Chavero nació
en Pergamino, provincia de Buenos Aires, el 31 de enero de 1908. Desarrolló una
inmensa carrera como poeta, compositor, guitarrista y cantante. Hijo de padre
ferroviario, estudió violín y guitarra desde los seis años con Bautista
Almirón. Desde la infancia se bautizó como Atahualpa en referencia al
cacique inca; el apellido Yupanqui se incorporó luego y su sonoridad
remite, en quechua, al que viene de tierras lejanas para decir algo.
La temprana muerte de su parte lo convierte en jefe de familia: comienza a
desempeñarse como periodista, maestro de escuela, tipógrafo, cronista y,
fundamentalmente, músico y un agudo observador del paisaje, los oficios y los
seres que lo rodean. A los 19 años compone “Camino del indio”.
Emprende viaje a Buenos Aires y, tiempo después, en 1931, se traslada a Entre
Ríos, desde donde, por causas políticas, debe exiliarse en Uruguay. De regreso
en la Argentina, en 1935 es convocado para participar de la inauguración de
Radio El Mundo, en la que interpreta ritmos folklóricos que al año siguiente
grabaría de forma particular para el sello Odeón.
En 1943 se presenta en el Teatro Presidente Alvear de Buenos Aires con el
espectáculo Voces de la tierra. En 1945, se afilia al Partido Comunista en
un acto público realizado en el Luna Park, hecho que significa la censura a su
obra durante los siguientes años. Estas circunstancias y las múltiples
detenciones a las que fue sometido inspiraron una de sus mayores obras, El
payador perseguido.
En 1949, realiza una gira europea para tocar en países que estaban bajo la
órbita soviética, terminando su viaje en París, donde conoce a Edith Piaf. Allí
se presenta en 1950 en el prestigioso Teatro Athenée invitado por la cantante,
y el éxito de la presentación lo lleva a firmar contrato con La Boîte à Musique
(BAM), donde graba seis temas, y por los que obtiene el premio de la Academia
Charles Cros al mejor disco en lengua extranjera.
A mediados de los años cincuenta, ya en Buenos Aires, se presenta en Radio
Splendid. Su mujer Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick, conocida como Nenette,
se convierte en su socia creativa en varias composiciones, bajo el seudónimo de
Pablo del Cerro, y juntos escriben obras cumbres. En 1963 Yupanqui emprende una
gira que lo lleva a tocar en países como Colombia, Japón, Marruecos, Egipto,
Israel e Italia. En 1967 visita España, y se establece en París en 1968.
Visitaría la Argentina periódicamente durante las décadas de 1970 y 1980. En
1986 es condecorado en París como Caballero de la Orden de las Artes y las
Letras, y en 1987 vuelve a la Argentina para ser homenajeado en la Universidad
de Tucumán. Dos años después debe internarse en Buenos Aires por una dolencia
cardíaca, pese a lo cual participa en el Festival de Cosquín de enero de 1990,
año en que muere su esposa Nenette. En 1992 viaja a Francia para actuar en la
ciudad de Nimes, pero no llega a realizar la presentación: muere el 23 de mayo
de ese año, a los 84 años.
Su legado es enorme: publicó diez libros (Piedra sola, Aires indios, Cerro
Bayo, Guitarra, El canto del viento, El payador perseguido, Del
algarrobo al cerezo, Tierra que anda, La palabra sagrada y La
Capataza) y escribió canciones clásicas, entre las que pueden citarse “El
arriero”, “Camino del indio”, “Los ejes de mi
carreta”, “Luna tucumana”, “Piedra y camino”,
“Sin caballo y en Montiel”, “Viene clareando” y “Zamba
del grillo”.